dimarts, 5 de desembre del 2017

Sant Miquel del Fai -21-novembre 1903





En la provincia de Barcelona, en hermosísimo valle que se extiende no lejos de la pintoresca población de San Felíu de Codinas, unida con Caldas de Montbuy, estación del ferrocarril, por espléndida carretera, se halla una de las llamadas «maravillas de Cataluña», la hermosa cascada de San Miguel del Fay, espléndido salto de agua próximo a desaparecer.
Pero la desaparición de maravilla tan importante no ha de perjudicar a paraje tan hermoso ni ha de privar a los muchos turistas que acuden a San Miguel de la contemplación del espectáculo imponente quo produce la caída de enorme masa de agua desde elevada altura, después de producir hermosos saltos y grandes combinaciones de luz.
El espíritu fabril catalán pensó no ha mucho en utilizar tan importante mole para
producir la luz eléctrica quo ha de dar vida á los pueblos vecinos, y tal vez más adelante imprimir fuerza á algunas fábricas. Pero al llevar a la práctica este proyecto, se tuvo en cuenta la celebridad de la hermosa cascada, y se ha conseguido pueda funcionar algunas horas, muy pocas, del día, al objeto de que los amantes de las bellezas de la Naturaleza puedan contemplar maravilla tan renombrada. Pero así y todo ha desaparecido, y está próximo a desaparecer, su esplendor, y si bien el brillo de las lucecitas eléctricas que apareceran en las póblácíones inmediatas consolará de la pérdida de espectáculo tan sin igual, de todos modos la poesía que respira tan ameno valle habrá desaparecido en buena parte.
Es imposible describir lo espléndido del valle donde está enclavada la cascada de San Miguel.

Entre las formidables peñas que se levantan a su entrada, sólo una, abierta de arriba á abajo, ofrece paso. Por la rendija del peñal se ofrece hermoso panorama a lo lejos, descubriéndose la hermosa comarca del Valles.
Al atravesar la zona, se presenta de improviso el conjunto de las bellezas del «Fay», la antigua casa, espléndida mansión feudal, construida encima de la roca viva, suspendida sobre el abismo; la ermita, abierta en un peñasco, teniendo por techumbre la dura roca, y no muy lejos la hermosa cascada del rio Tenes y otros saltos de agua.
El nombre de «Fay» equivale a Fall en la antigua lengua céltica, que es equivalente a «salto de agua». Otras opiniones manifiestan que se origina de los muchos árboles llamados en catalán faigs que existían junto al salto de agua.
Dice la tradición que en el lugar de que tratamos se halló una imagen de San Miguel. El pastor que la descubrió le construyó una capilla, en cuyo recinto, ampliado, se fundó más tarde un convento.
Agrega la leyenda que en este cenobio, más tarde, el hijo de Berenguer Ramón I, renunciando a su condado de Ausona y a todas cuantas riquezas lo correspondían, refugióse en él.
Siglos después se convirtió el antiguo convento en otro de monjas, bellísimas, por cierto, de ser exacta la tradición, y de seguir ésta, las siervas del Señor no eran nada escrupulosas.
Era tanta la fama de su belleza y de su desenvolvimiento, que muchos señores de la nobleza catalana, alegando ir de cacería, se corrían hasta San Miguel del Fay para «cazar en vedados» o «en convento».
En cierta ocasión, en que, según la leyenda, nobles y monjas andaban de juerga, celebrando en la religiosa mansión una de las mejores francachelas, se desencadenó furiosa tormenta.

Rugió el trueno, la tempestad arreció y un rayo vengador arrancó de cuajo el convento, sepultando en el abismo a monjas, caballeros, pajes y a cuantos se hallaban en la funesta mansión del festín.
Actualmente, en San Miguel del Fay, en la antigua casa señorial, que se erigió muchos años después de esta leyenda, existe una buena hospedería.
Seguramente no hay tantas comodidades como las que obtuvieron los legendarios nobles; pero el excursionista halla excelente confort.
En determinadas épocas del año son en gran número los vecinos do Barcelona que se trasladan á San Miguel del Fay, y es locución vulgar en Barcelona, después de un período lluvioso, exclamar:—¡Bon dia pera anar a Sant-Miquel!
Porque, en efecto, después de una época de lluvias resulta espectáculo grandioso la contemplación de los imponentes saltos de agua entre aquella vegetación asombrosa y esmaltada por las mil variedades de florecillas que encuadran panorama tan hermoso.
                                                                                                                   José Reig.

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