LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
En torno a la operación
«Yunque»
(En la Conferencia de Teherán,
en noviembre de 1943, se habla decidido destilar la resistencia
alemana ante la operación «Overlord» — desembarco aliado en la
costo de Normandía — mediante un desembarco casi simultáneo en
él sur de Francia que habia de recibir el nombre de operación
«Yunque».
No era posible, sin embargo, retirar fuerzas de Italia
para destinarlas a esta última acción antes de que cayese Roma.
Cuando se produjo este acontecimiento, el 4 de junio de 1944, hubo
que estudiar de nuevo la situación en su conjunto.)
En Teherán habíamos confiado
seriamente en que llegaríamos a Roma a principios de la primavera.
Pero en la práctica esto resultó imposible.
Dificultades y aplazamientos
El importante desembarco
efectuado en Anzio con objeto de precipitar la caída de la capital
italiana había substraído de ocho a diez divisiones alemanas del
escenario bélico principal; es decir, más de lo que se esperaba
conseguir con la operación «Yunque».
En realidad la acción de
Anzio había reemplazado a esta última al lograr la finalidad que
con ella se perseguía. A pesar de todo, el proyecto de desembarco en
la Riviera siguió adelante como si nada hubiese ocurrido.
La dura
lucha registrada había inmovilizado, desde luego, importantes
reservas enemigas que de otro modo podían haber ido a Francia, y
evidentemente constituyó una ayuda indirecta para la operación
«Overlord» en su fase inicial; pero nuestro avance en Italia había
sufrido un grave retraso. Otro obstáculo era la escasez de unidades
de desembarco. Muchas de ellas habían sido enviadas a Inglaterra
para intervenir en la operación «Overlord». No era posible montar
la operación «Yunque», hasta que dichas unidades regresaran, y
esto dependía de los acontecimientos de Normandía.
Los hechos
apuntados habían sido previstos con gran antelación. Ya el 21 de
marzo el, general Maitland-Wilson, comandante supremo aliado en el
Mediterráneo, señaló que no cabía pensar en iniciar la operación «Yunque»
antes de fines de julio. Más adelante aplazó la fecha hasta
mediados de agosto y declaró que el mejor medio de contribuir al
éxito de «Overlord» era abandonar la idea de atacar por la Riviera
y concentrar, en cambio, los esfuerzos en Italia.
Poco después del
día «D» llegó a Inglaterra el general Marshall y expuso su
preocupación acerca de otro problema. En los Estados Unidos se
estaban acumulando enormes contingentes de fuerzas que era preciso
mandar cuanto antes al campo de batalla. En aquel entonces no
teníamos en nuestro poder más que unas cuantas bahías y puertos
menores a lo largo de la costa francesa del canal de la Mancha, y aun
cuando Eisenhower tenía intención de conquistar Brest y era de
esperar que cayesen también en nuestras manos otros puntos de
desembarco en el golfo de Vizcaya si todo iba bien, no podíamos
tener la seguridad de ocuparlos, y menos aún acondicionarlos en
tiempo útil.
La solución que proponía el general Marshall
consistía en conquistar nuevas bases en el Oeste o en el sur de
Francia, de preferencia en el Oeste, porque se podía llegar allí
con más rapidez desde Norteamérica.
Un proyecta abicioso
Yo comprendía perfectamente
todo esto, y durante algün tiempo había pensado en proponer un
desembarco en la costa del golfo de Vizcaya partiendo de África del
Norte, si bien esto no se podía hacer antes de fines de julio o
principios de agosto. Pero me preocupaba igualmente la conveniencia
de no frustrar la victoria de Alexander en Italia.
A mi entender lo
mejor era no excluir ninguna de las posibilidades indicadas y hacer
todos los preparativos necesarios con objeto de actuar en un momento
dado en el sentido que se considerase más oportuno. El 14 de junio
el Comité Mixto de Jefes de Estado Mayor decidió preparar en el
Mediterráneo una operación anfibia, ya fuese en el sur de Francia,
en el golfo de Vizcaya o en la parte superior del Adriático.
De
momento podía quedar sin decidir el destino que se daría a aquellas
fuerzas. Tres días más tarde el general Marshall se trasladó a
Italia con objeto de entrevistarse con los altos jefes aliados de
aquélla zona.
El general Wilson quedó impresionado al enterarse de
que las fuerzas que intervenían en la operación «Overlord»
necesitaban más puertos; pero no modificó su punto de vista
contrario a la operación «Yunque», y el 19 de junio comunicó
al Comité Mixto de jefes de Estado Mayor que seguía creyendo que la
mejor contribución al objetivo común era
atacar con todos sus recursos a fía de avanzar por el valle del Po.
Despuésj con la ayuda de una operación anfibia en la península de
Istria, habría interesantes perspectivas de avanzar hacia Austria
y Hungría a través del pasillo de Liubliana y asestar un golpe
al corazón de Alemania desde otra dirección. Alexander se mostró
de acuerdo con este punto de vista.
Puntos de vista inconciliables
El 23 de junio el general
Eisenhower recomendó al Comité Mixto de Jefes de Estado Mayor que
concentraran nuestras fuerzas para apoyar directamente la batalla
decisiva del norte de Francia.
Reconocía que un avance por el
pasillo de Liubliana inmovilizaría algunos contingentes de tropas
alemanas, pero no obligaría al enemigo a retirar ninguna de sus
divisiones de Francia. En cuanto a un desembarco en el golfo de
Vizcaya, convenía en que Burdeos estaba más cerca de los Estados
Unidos que Marsella, pero sostenía que este último puerto podía
ser ocupado con mayor rapidez por las fuerzas que ya estaban en el
Mediterráneo y que tal operación abriría un camino directo hacia
el Norte para contribuir a la batalla por el Ruhr.
Consideraba urgente por lo tanto, emprender la
operación «Yunque», a expensas, naturalmente, de nuestros
ejércitos destacados en Italia, dado que «a mi entender los
recursos de la Gran Bretaña y los Estados Unidos no nos permiten
mantener dos grandes teatros de operaciones en la campaña de Europa,
cada uno de ellos con misiones decisivas».Todos
estábamos de acuerdo, desde luego, en que debía darse preferencia a
«Overlord»; pero importaba saber en qué forma los ejércitos del
teatro de operaciones secundario, Italia, podían contribuir con
mayor eficacia a la derrota de Alemania.
Los jefes de Estado Mayor
norteamericanos se pronunciaron vigorosamente en favor de la tesis de Eisenhower. Condenaron lo que ellos denominaban
«comprometer los recursos del Mediterraneo en operaciones de
mayor cuantia en la Italia septentrional y en los Balcanes».
Nuestros jefes de Estado Mayor adoptaron la opinión contraria. El 26 de junio declararon que para las fuerzas aliadas que se hallaban en Italia el mejor medio de ayudar a la operación
«Overlord» consistía en destruir a los alemanes que tenían ante si.
Para desencadenar la operacion «Yunque» el 13 de agosto
había que empezar inmediatamente a retirar fuerzas del frente italiano y antes que desembarcar en la Riviera preferían enviar tropas a Eisenhower directamente por via marítima.
Señalaban con extraordinara clarividencia «Consideramos que montar la operación « Yunque» con la amplitud suficiente para garantizar su éxito equivaldría a desarmar hasta tal punto las fuerzas de que aun dispone el general Alexandre que en lo sucesivo deberian limitar su actividad a las operaciones de escasa trascendencia»
Insistian en la necesidad de que Alexander realizara a fondo su ofensiva en Italia con objeto de retener y destruir a todas las fuerzas que el enemigo le oponía. Se mostraban de acuerdo en que el
general Wilson hiciera cuanto estuviese en su mano para acentuar la
amenaza de un ataque
Llamamiento a Roosevelt
Este conflicto abierto de opiniones, honradamente concebidas y vigorosamente sostenidas por ambas partes, sólo podía ser resuelto, suponiendo que tuviese solución, entre el presidente Roosevelt y yo. Hubo, pues, acto seguido un cruce de telegramas;
«El punto muerto (decía yo el 28 de junio) en que se hallan las deliberaciones de nuestros jefes de Estado Mayor plantea problemas sumamente graves.
Por encima de todo, nuestro deseo es ayudar al general Eisenhower en
la forma más rápida y efectiva posible. Pero no creemos que esto
haya de entrañar necesariamente la ruina completa de nuestros
asuntos en el Mediterráneo, y nos resulta muy duro que se nos exija
tal cosa... Le ruego muy seriamente que estudie esta cuestión con
carácter personal... Sírvase recordar cómo me habló usted en
Teherán acerca de Istria y cómo expuse yo ti problema en la
conferencia plenaria...»
Para terminar, resumía mis conclusiones en la forma siguiente para que Roosevelt las estudiara:
«a) Reforcemos «Overlord» directamente, efectuando desembarcos en la costa occidental hasta el límite de nuestras posibilidades.
Para terminar, resumía mis conclusiones en la forma siguiente para que Roosevelt las estudiara:
«a) Reforcemos «Overlord» directamente, efectuando desembarcos en la costa occidental hasta el límite de nuestras posibilidades.
b)
Tengamos en cuenta lo mucho que pueden hacer las fuerzas destacadas
en el Mediterráneo y limitémonos a amenazas y pequeñas acciones
diversivas para retener al enemigo junto al golfo de Lyón.
c)
Dejemos al general Eisenhower todas sus unidades navales de
desembarco mientras las necesite para ampliar su campo de
operaciones.
d) Garanticemos hasta el máximo las disponibilidades
de puertos en la zona de lucha de «Overlord».
e) Decidámonos a no
hacer fracasar una gran campaña para atender a otra. Es posible
triunfar en ambas.»
El peso de la política interna
La respuesta del Presidente fue rápida y desfavorable. Estaba decidido a proseguir lo que él llamaba «la gran estrategia» de Teherán; es decir: explotar la acción «Overlord» a fondo, efectuar «avances victoriosos en Italia» y desembarcar en seguida en el sur de Francia.
La respuesta del Presidente fue rápida y desfavorable. Estaba decidido a proseguir lo que él llamaba «la gran estrategia» de Teherán; es decir: explotar la acción «Overlord» a fondo, efectuar «avances victoriosos en Italia» y desembarcar en seguida en el sur de Francia.
Los Objetivos políticos podían tener importancia; pero las
operaciones militares para conseguirlos debían quedar subordinadas a
la necesidad de atacar el corazón de Alemania mediante una campaña
en Europa. Continuaba diciendo el Presidente:
«Mi interés y mis esperanzas se centran en derrotar a los alemanes que se hallan frente a Eisenhower y penetrar en Alemania, más bien que en limitar esta acción con el fin de, presionar a fondo en Italia.
«Mi interés y mis esperanzas se centran en derrotar a los alemanes que se hallan frente a Eisenhower y penetrar en Alemania, más bien que en limitar esta acción con el fin de, presionar a fondo en Italia.
Estoy convencido de que tendremos fuerzas suficientes en Italia, aun
después de retirar trapas destinadas a la operación «Yunque»,
para arrojar a Kesselring hasta el norte de la línea Pisa-Rímini y
mantener dura presión sobre su ejército por lo menos hasta el punto
necesario para retener allí las fuerzas de que atora dispone...
Podemos — y Wilson lo confirma — retirar inmediatamente cinco
divisiones (tres norteamericanas y dos francesas) de Italia en
beneficio de la operación «Yunque». Las 21 divisiones restantes,
amén de muchas brigadas aisladas, garantizarán sin duda a Alexander
la superioridad numérica necesaria.»
Mr. Roosevelt sostenía que un desembarco en el golfo de Vizcaya supondría un despilfarro inútil de buques. Si Eisenhower deseaba más tropas, en los Estados Unidos las había disponibles y no tenía más que pedirlas. Pero sus objeciones contra un ataque a la península de Istria y un avance sobre Viena a través del pasillo de Liubliana ponían de relieve tanto a rigidez de los planes militares norteamericanos como los temores que al propio Presidente inspiraba lo que él llamaba una campaña «en los Balcanes».
Mr. Roosevelt sostenía que un desembarco en el golfo de Vizcaya supondría un despilfarro inútil de buques. Si Eisenhower deseaba más tropas, en los Estados Unidos las había disponibles y no tenía más que pedirlas. Pero sus objeciones contra un ataque a la península de Istria y un avance sobre Viena a través del pasillo de Liubliana ponían de relieve tanto a rigidez de los planes militares norteamericanos como los temores que al propio Presidente inspiraba lo que él llamaba una campaña «en los Balcanes».
Afirmaba que Alexander y Smuts (este
último había apoyado la tesis del primero) no tenían en cuenta al
parecer dos consideraciones vitales: Que la operación por ellos
propugnada infringía los principios de «la gran estrategia», y que
su realización exigiría demasiado tiempo y probablemente no
podríamos destinar a la misma más allá de seis divisiones.
«No puedo dar mi conformidad (escribía Roosevelt) a la utilización de tropas norteamericanas contra Istria y en los Balcanes, como tampoco puedo imaginar que los franceses estén de acuerdo con la utilización de sus fuerzas a tal efecto...
«No puedo dar mi conformidad (escribía Roosevelt) a la utilización de tropas norteamericanas contra Istria y en los Balcanes, como tampoco puedo imaginar que los franceses estén de acuerdo con la utilización de sus fuerzas a tal efecto...
Por. razones puramente políticas y de
orden interior, yo no sobreviviría al más ligero revés que
ocurriese en «Overlord» si se supiera que habían sido orientados
hacia los Balcanes importantes contingentes de fuerzas.»Ninguno
de los que habían intervenido en aquellas discusiones había pensado
nunca en enviar tropas a los Balcanes; pero Istria y Trieste
constituían posiciones estratégicas y políticas que, como él veía
ya muy claramente, podían provocar hondas y, amplias reacciones,
sobre todo después de los avances de los rusos.
Una propuesta
estéril
En un momento determinado el Presidente sugirió que sometiésemos nuestras respectivas opiniones a la consideración de Stalin. Yo le contesté que no sabía que respondería si le confiábamos la misión de actuar como arbitro.
En un momento determinado el Presidente sugirió que sometiésemos nuestras respectivas opiniones a la consideración de Stalin. Yo le contesté que no sabía que respondería si le confiábamos la misión de actuar como arbitro.
Desde el punto de
vista militar, a buen seguro le interesaría en gran manera que las
tropas de Alexander efectuasen un movimiento hacia el Este que, sin
penetrar en los Balcanes, afectaría profundamente a todas las
fuerzas allí destacadas y que, en conjunción con los ataques que
Stalin decidiese realizar sobre Rumania o con Rumania contra
Transilvania, podría tener consecuencias de extraordinario alcance.
Desde el punto de vista de su política a largo plazo, seguramente
preferiría que los ingleses, y los norteamericanos participasen en
Francia en los duros combates
Que habían de registrarse aún, y que
la Europa oriental, central y meridional cayese naturalmente bajo el
dominio soviético. Yo consideraba preferible, no obstante, que
resolviésemos al problema por nuestra cuenta y entre nosotros
mismos. Estaba seguro de que si hubiésemos podido entrevistarnos
personalmente, como yo proponía tan a menudo, habríamos llegado a
un acuerdo satisfactorio.
Geometría demasiado elemental
El 2 de julio el Presidente declaró que tanto sus jefes de Estado Mayor como él seguían estando convencidos de que era preciso desencadenar la operación «Yunque» a la mayor brevedad posible y nos rogó que diésemos instrucciones en tal sentido al general Wilson. Añadió que en Teherán él había previsto tan sólo una serie de vigorosas incursiones en Istria si los alemanes iniciaban un repliegue general en el Dodecaneso y en Grecia. Pero esto no había ocurrido aún.
Por lo tanto, la lógica me induce a no dispersar nuestros esfuerzos aplicándolos a un nuevo teatro de operaciones...
Me acuerdo siempre del viejo principio elemental de geometría: «La
línea recta es la distancia más corta entre dos puntos.»
Yo me resigné de momento, y aquel mismo día el general Wilson recibió la orden de desembarcar en el sur de Francia el 15 de agosto. Los preparativos empezaron inmediatamente. Pero he de advertir al lector que la denominación de «Yunque» fue substituida a partir de entonces por la de «Dragón».
Yo me resigné de momento, y aquel mismo día el general Wilson recibió la orden de desembarcar en el sur de Francia el 15 de agosto. Los preparativos empezaron inmediatamente. Pero he de advertir al lector que la denominación de «Yunque» fue substituida a partir de entonces por la de «Dragón».
Este cambio se efectuó en previsión
de que el enemigo se hubiese enterado de lo que significaba el nombre
convencional que originalmente habíamos dado a la tan debatida
operación. A principios de agosto, empero, se había producido Un
cambio notable en el campo de batalla de Normandía y se avecinaban
grandes acontecimientos. El día 4 de aquel mes expuse dé nuevo al
Presidente la conveniencia de desviar hacia el Oeste las diez
divisiones asignadas a la operación «Dragón».
«El curso de los acontecimientos en Normandía y Bretaña, y especialmente las brillantes operaciones del Ejército norteamericano, permiten esperar que toda la península de Bretaña estará en nuestro poder dentro, de poco.
«El curso de los acontecimientos en Normandía y Bretaña, y especialmente las brillantes operaciones del Ejército norteamericano, permiten esperar que toda la península de Bretaña estará en nuestro poder dentro, de poco.
Ruego a usted considere la posibilidad de anular la
operación «Dragón» en beneficio del escenario bélico principal,
donde las fuerzas destinadas a aquélla estarán en condiciones de
desempeñar inmediatamente un importante papel en la gran batalla
triunfal en que ahora nos hallamos comprometidos...»