LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Yalta: Los problemas de la O.N.U.
Yalta: Los problemas de la O.N.U.
(El primer
ministro británico inició la segunda sesión de la conferencia de
Yalta, el 6 de febrero de 1945, señalando la necesidad de que
Francia contribuyera a la ocupación de la Alemania occidental ya
que Mr. Roossevelt había dicho que la ocupación norteamericana
se limitaría a dos años.
El Presidente dijo que, a su entender,
los Estados Unidos podrían tomar una parte más amplia en las tareas
de estructurar la paz si se creaba la Organización mundial en
proyecto (la futura O.N.U.) Era la conferencia celebrada
en Dumbarton Oaks en octubre de 1944 no había sido posible
concertar un acuerdo sobre el sistema de votación en el Consejo de
Seguridad,)
Ei 5 de
diciembre de 1944 el Presidente nos había hecho nuevas sugestiones
a Stalin y a mí. Eran las siguientes:
Génesis del veto
Cada miembro
de! Consejo dispondría de un voto. Siete miembros deberían
pronunciarse en favor de una decisión para que ésta tuviese
carácter ejecutivo. Esta clase de voto bastaría para las cuestiones
de procedimiento.
Todos los asuntos de mayor importancia, como admisión o expulsión de Estados de la Organización, represión y solución de conflictos, control de armamentos y distribución de fuerzas armadas requerirían los votos favorables de todos los miembros permanentes.
Todos los asuntos de mayor importancia, como admisión o expulsión de Estados de la Organización, represión y solución de conflictos, control de armamentos y distribución de fuerzas armadas requerirían los votos favorables de todos los miembros permanentes.
Dicho de otro modo; el Consejo de Seguridad perdería virtualmente toda su eficacia si no existía unanimidad entre los cuatro grandes.
Si los Estados Unidos, la U.R.R.S., Gran Bretaña o China no estaban de acuerdo respecto a algún punto de discusión podrían negarse a dar su conformidad e impedir asi que el Consejo adoptase la decisión correspondiente. Era el derecho de veto.
Si los Estados Unidos, la U.R.R.S., Gran Bretaña o China no estaban de acuerdo respecto a algún punto de discusión podrían negarse a dar su conformidad e impedir asi que el Consejo adoptase la decisión correspondiente. Era el derecho de veto.
El proyecto de Mr. Roosevelt contenia otra sutileza. El litigio planteado podría ser resuelto por métodos pacificos. En tal caso se necesitarían también siete votos favorables, entre ellos los de los cuatro grandes.
Pero si uno de los miembros del Consejo (incluyendo a los cuatro grandes) se hallaba envuelto en el conflicto podría participar en las deliberaciones acerca de la decisión, pero no votar al respecto.
Pero si uno de los miembros del Consejo (incluyendo a los cuatro grandes) se hallaba envuelto en el conflicto podría participar en las deliberaciones acerca de la decisión, pero no votar al respecto.
Este fue el plan de mr. Stettinius expuso en aquella segunda reunión del 6 de febrero.
Interpretación soviética
Stalin declaró que estudiaría la propuesta para ver si lograba entenderla, pues de momento no estaba del todo clara.
Temi según dijo, que si bien lasa tres grandes potencias eran aliados a la sazón y ninguno de ellos cometeria ningún acto de agresión, podía perfectamente darse el caso de que en el curso de diez años o menos desaparecieran los tres jefes de Gobierno y asumiese el poder una nueva generación que no hubiese conocido la guerra y se olvidase de las duras pruebas sufridas en común.
«Todos nosotros (declaró)deseamos garantizar la paz por cincuenta años cuando menos. el máximo peligro radica en que surja un conflicto entre nosotros, pues si permanecemos unidos la amenaza alemana no será muy temible. Por lo tanto, hemos de prever ahora los medios de garantizar nuestra unidad en el futuro y asegurar el mantenimiento de un frente unido por parte de las tres grandes potencias (y posiblemente China y Francia).
Es preciso elaborar un sistema para evitar conflictos entre las principales grandes potencias»
Tal como él la entendia, la propuesta norteamericana consistía en dividir todos los conflictos en dos categorías: 1º Los que exigían la aplicación de sanciones ya fuesen de carácter económico, político o militar y 2º Las que podrían ser resueltas por medios pacificos.
Los problemas de una y otra categoría serian discutidos libremente. Las sanciones solo podrían ser aplicadas si los miembros permanentes del Consejo se mostraban unánimes. Si uno de los miembros era a su vez parte en el conflicto, entonces podría participar tanto en las deliberaciones como en la votación. En cambio si surgia un conflicto que podía ser resuelto pacificamenteentonces los miembros que fuesen parte en el litigio no podrían votar.
Se acusaba a los rusos, siguió diciendo Stalin de insistir demasiado acerca del problema de la votación. Lo consideraban, en efecto, muy importante porque todo se decidiría mediante votaciones y les interesarían grandemente los resultados de las mismas.
Suponiendo por ejemplo que China, miembro permanente del Consejo de Seguridad, pidiera la devolución de Hong-Kong, o que Egipto pidiera la devolución del Canal de Suez, era de creer, añadió Stalinque dichos países no se nacontrarian solos y tendrían amigos y aun quizá protectores en la Asamblea y en el Consejo.
Yo repuse que, a mi entender, las facilidades de la Organización mundialno podrían ser utilizadas contra la Gran Bretaña si esta no se consideraba satisfecha y se negaba a dar su conformidad, Stalin pregunto si ello seria asi realmente a lo cual conteste que asi seria en efecto.
Mr, Eden exlico entonces que en tal caso China y Egipto podrían formular una reclamación pero que no seria posible adoptar ninguna decisión que implicase el uso de la fuerza sin la conformidad del Gobierno Britanico Mr. Stettinius señaló asimismo que ninguna sanción seria ejecutiva sin el acuerdo unánime de los miembros permanentes del Consejo de seguridad.
Podria recomendarse la adopción de medidas tendentes a concertar un arreglo pacifico. Por ejemplo, mediante el arbitraje.
«Posibles conflictos entre los grandes»
Stalin dijo que abrigaba el temor de que los conflictos a propósito de Hong-Kong y Suez fuesen susceptibles de romper la unidad de las tres grandes potencias yo repuse que compendia el peligropero la Organización mundial no impediría en modo alguno la prosecución normal de las relaciones diplomaticasestre los estados grandes o pequeños. La Organización mundial seria un cuerpo independiente y sus miembros continuarían discutiendo sus asuntos entre si. Seria inexacto plantear ante la Organización mundial problemas que pudiesen romper la unidad de las grandes potencias.
Mis colegas de Moscú -dijo Stalin- no pueden olvidar lo que ocurrio en diciembre de 1939, durante la guerra ruso-finlandesa cuando los ingleses y los franceses utilizaron a la Sociedad de Naciones contra nosotros y lograron aislar y expulasr a la Unión Sovietica de la Liga, y cuando mas tarde movilizaron contra nosotros; y hablaron de una cruzada contra Rusia. ¿No podemos tener alguna garantía de que no volverá a suceder una cosa parecida?
Mr. Eden señaló que la propuesta norteamericanalo haría imposible ¿Podemos cruzar con mas obstáculos? preguntó Stalin. Yo dije que no había hecho lo necesario para asegurar la unanimidad de las grandes potenciaas. Es la primera vez que oímos hablar de eso, contesto el.
Reconoci que existía el peligro de que se produjera un movimiento hostil contra una de lasa grandes potencias -la Gran Bretaña- por ejemplo, pero lo único que podía decir era que la diplomacia normal seguiría desempeñando su papel al mismo tiempo.
Yo no creía que el Presidente iniciase o apoyase un ataque contra la Gran Bretaña y estaba seguro de que se haría todo lo necesario para detenerlo. Tenia asimismo la seguridad de que el mariscal Stalin no atacaría-verbalmente desde luego-al Imperio Britanico sin ponerse antes en contacto con nosotros a fin de encontrar algún medio que nos permitiera llegara un arreglo amistoso. Estoy de acuerdo repuso Stalin.
Por mi parte Mr.Roosevelt, dijo que, desde luego habría diferencias entre las grandes potencias en el futuro. Todo el mundo las conocería y serian examinadas ante la Asamblea. Pero el hecho de discutirlas asimismo en el Consejo de Seguridad no provocaría desunión alguna. asntes al contrariopondria de relieve la confiaza mutua reinente entre todos nosotros y la posibilidad de resolver tales problemas.
La asignación de votos
Cuando nos reunimos de nuevo al dia siguiente, por la tarde Molotof aceptó el nuevo plan. Tan solo quedaba un punto por aclarar: ¿Serian las Republicas Sovieticas; miembros de la Organización mundial con derecho a voto en la Asamblea? esto había sido discutido en Dumbarton Oaks pero ahora iba a formular una petición diferente.
La delegación soviética se daría por satisfecha con que tres, o por lo menos dos de sus Republicas fuesen miembros fundadores, a saber: Ucrania, Rusia Blanca y Lituania.
Las tres eran importantes, todas ellas habían hecho grandes sacrificios durante la guerra; habían sido las primeras en soportar la invasión y habían sufrido grandes males. «Estamos plenamente de acuerdo, terminó, con la propuesta del Presidente acerca de la votación, y pedimos que tres, o cuando menos dos, de nuestras Republicas sean miembros fundadores de la Organización mundial» Esto fue para todos nosotros un gran alivio, y Mr Roosevelt se apresuró a felicitar a Molotof.
El punto siguiente, dijo el Presidente, se referia a la invitación que había que dirigir a las naciones para que se reuniesen. ¿Cuándo debería hacerse esto y a quienes habriamos de invitar? La U.R.S.S. poseía una población inmensa, organizada en Republicas separadas. El Imperio Britanico constaba de grandes grupos independientes situados a grandes distancias unos de otros. Los Estados Unidos constituían un bloque único, con un solo ministro de Asuntos Exteriores y sin colonias.
Luego había otros países, como Brasil, que tenían menos territorio que Rusia, pero mas que los Estados Unidos, y en el otro extremo de la escala había una serie de pequeños Estados. ¿Podiamos atenernos a la fórmula de un voto para cada nación o había que conceder a las grandes naciones mas de un voto en la Asamblea mundial? Propuso que todo esto pasase a estudio de los tres ministros de Asuntos Exteriores.
Yo, a mi vez, di las gracias a Stalin`por el gran paso que había dado al aceptar el plan del Presidente relativo al sistema de votación y dije que el acuerdo concertado al respecto constituiría un alivio y una satisfacción para todos los pueblos del mundo.
La sugestión formulada por Molotofera también muy interesante.El Presidente Roosevelt tenia mucha razón al decir que la posición de los estados Unidos diferia de la del Imperio britanicoen aquel asunto de la votación.
Nosotros teníamos cuatro Dominios con Gobierno autónomo que en los últimos veinticinco años habían desempeñado un notable papel en la Organización internacional de la paz que se había hundido en 1939. Al declarar el Reino Unido la guerra a Alemania en 1939, todos ellos se habían apresurado a empuñar las armas, a pesar de que sabina cuan grande era nuestra debilidad. Nosotros no teníamos medios para actuar asi. Lo habían hecho libremente, por propio impulso.
No podíamos, por lo tanto, aceptar un sistema que excluyera a aquellos Dominios de la posición que habían ocupado y justificado por espacio de un cuatro de siglo.
Por estas razones no podía menos que oir con profunda simpatía las propuestas del Gobierno soviético. Mi corazón se inclinaba hacia la poderosa Rusia, sangrando por sus heridas, pero aplastando a los tiranos en su camino.
Comprendia que una nación de 180 millones de habitantes iniciase con extrañeza las disposiciones constitucionales de la Commonwealth británica, que daban como resultado que tuviésemos mas de una voz en la Asamblea y, por consiguiente, celebraba que el presidente Roosevelt; hubiese dado una respuesta que no podía considerarse en modo alguno como una negativa a la proposición con Mr. Eden y quizás enviar una carta al Gabinete , por lo que me excusé de dar una respuesta definitiva aquel mismo dia. Acordamos, pues, transferir todo aquel asunto a nuestros ministros de Asuntos Exteriores.
Brindis ditirambos y buenos deseos
Al reunirnos de nuevo el 8 de febrero por la tarde acordamos admitir a dos de la Republicas sovieticas en las Naciones Unidas y celebrar la primera conferencia de la Organización mundial: el miércoles 25 de abril.
Aquella noche cenamos totos con Stalin en el palacio Yusupov. Los dicursos quedaron registrados. Yo dije entre otras cosas:
«No exagero ni expreso un mero cumplido al decir que considero la vida del mariscal Stalin como sumamente preciosa para las esperanzas y el afecto de todos nosotros. Ha habido muchos conquistadores en la historia, pero pocos de ellos han sido estadistas y la mayoría vieron marchitarse los frutos de su victoria causa de las disensiones que surgieron después de sus guerras.
Yo camino por este mundo con mayor coraje y confianza al hallarme unido por una relación de amistad y comprensión con este gran hombre cuya fama se ha extendido no solo por toda Rusia, sino por el mundo entero»
Stalin contesto en términos halagadores. He aquí sus palabras:
«Propongo un brindis por el aladid del Imperio británico, el mas intrépido de todos los primeros ministros del mundo, que une a su experiencia política las cualidades del jefe militar, aquel que cuando toda Europa estaba dispuesta a prosternarse ante Hilter, afirmó que la Gran Bretaña continuaría sola su lucha contra Alemania, con aliados o sin ellos. Aunque sus aliados existentes y futuros la abandonasen, dijo, seguiría batiéndose.
Bebo a la salud de uno de aquellos hombres que solo nacen una vez cada cien años, a la salud del que mantuvo enhiesto con bravura el pabellón de la Gran Bretaña. He dicho lo que siento, lo que llevo dentro del corazón y con plena conciencia de mis palabras »
Yo hice sonar entonces una nota mas grave:
«Debo decir que en ningún momento en el curso de esta guerra ni siquiera en las horas más sombrías he sentido pesar de modo tan agobiante la responsabilidad sobre mis hombros como en esta conferencia. Pero ahora por las razones que ha mencionado el mariscal. Nos hallamos en la cima de la montaña y ante nuestros ojos se extiende el panorama del campo abierto.
No desestimemos las dificultades. En el pasado, naciones que fueron camaradas de armas acabaron por separarse y marchar a la deriva en el término de cinco o diez años después de la guerra.
De este modo, millones de seres han seguido un circulo vicioso cayendo en una profunda simay luego gracias a sus sacrificios elevándose de nuevo. Ahora tenemos en nuestras manos la posibilidad de evitar los errores de las ganeraciones precedentes y establecer una paz duradera.
Mi confianza esta depositada en el ilustre presidente de los Estados Unidos y en el mariscal Stalinen quienes encontraremos a los campeones de la paz quienes después de aplastar al enemigoirán en vanguardia en la tarea de luchar contra la pobreza la confusión, el caos y la opresión. Asi lo espero, y, en nombre de Inglaterra, afirmo que no nos mostraremos remisos en nestros esfuerzos.
Propongo un brindis por el grande y luminoso sol de la paz victoriosa »
Stalin contestó. Nunca había sospechado que pudiese ser tan expansivo:
«Hablo como un viejo. Esta es la razón por la cual hablo tanto. Pero deseo beber por nuestra alianza por que no pierda su carácter de intimidad, de libre expresión de las ideas. No conozco en toda la historia de la diplomacia una alianza tan estrecha de tres grandes potencias como este, en que los aliados hayan tenido ocasión de expresar con tanta franqueza sus puntos de vista. Ya se que en algunos círculos se considerará esta observación como ingenua.
En una alianza los miembros de la misma no deben engañarse entre sí. ¿Es esto también una ingenuidad? Los diplomáticos experimentádos podrán decir: «¿Por qué no he de engañar a mi aliado?» Pero yo como hombre ingenuo, considero preferible no engañar a mi aliado, incluso suponiendo que este aliado sea un tonto.
Si nuestra alianza es tan sólida, ello quizá es debido precisamente al hecho de que no nos engañamos uno al otro. ¿O será porque no es tan fácil engañarnos mutuamente? Propongo un brindis por la solidez de la alianza de nuestras tres grandes potencias. Porque sea fuerte y duradera; porque sea siempre lo más franca posible.»
No se hacía ilusiones respecto a las dificultades que nos esperaban:
«Se ha producido un cambio en la historia de Europa, un cambio radical en estos últimos tiempos. Es conveniente que exista una alianza entre las grandes potencias durante una guerra. Esta no podría ser ganada sin aquélla. Pero una alianza contra un. enemigo común es algo perfectamente claro y comprensible.
Mucho más complicada es una alianza después de la guerra para garantizar una paz duradera y recoger los frutos de la victoria.
Propongo un brindis por la feliz puesta en práctica de los planes de Dumbárton Oaks y por que nuestra alianza, nacida en él campo de batalla, se vea reforzada y ampliada después de la guerra por que nuestros países respectivos no se dejen absorber por sus propios intereses, sino que recuerden que existe la causa común y que deben defender la causa de la unidad con tanto entusiasmo en la paz como durante la guerra.»
Hasta Molotoí estaba de un humor excelente.
«Evocación de un pasado cercano»
Mientras cenábamos en medio de aqueila atmósfera de cordialidad, Stalin empezó a hablar conmigo acerca del pasado. Algunas de sus observaciones fueron anotadas oportunamente. «La guerra con Finlandia — dijo — empezó del siguiente modo: La frontera finlandesa estaba a unos veinte kilómetros de Leningrado (muchas veces le llamaba «Petersburgo»).
Los rusos pidieron a los finlandeses que la retirasen unos treinta kilómetros, a cambio de ciertas concesiones territoriales en el Norte. Los finlandeses se negaron. «Poco después los finlandeses. dispararon contra unos guardias fronterizos rusos y los mataron. El destacamento de dichos guardias se quejó a las tropas del Ejército rojo, las cuales abrieron fuego contra los finlandeses.
Se pidieron instrucciones a Moscú. Estas contenían la orden de responder con las armas. De una cosa se pasó a otra y así empezaron las hostilidades. Los rusos no deseaban una guerra con Finlandia, Si los ingleses y los franceses hubiesen enviado a Moscú en 1939 una misión compuesta de hombres realmente dispuestos a concertar un acuerdo con Rusia, el Gobierno soviético no habría firmado el pacto con Ribentrop. . . • «Este dijo a los rusos en 1939 que los ingleses y los norteamericanos no eran más que unos comerciantes y no se batirían jamás «Si las tres grandes potencias permanecemos unidas, ningún otro país podrá hacernos daño alguno.»
Interpretación soviética
Stalin declaró que estudiaría la propuesta para ver si lograba entenderla, pues de momento no estaba del todo clara.
Temi según dijo, que si bien lasa tres grandes potencias eran aliados a la sazón y ninguno de ellos cometeria ningún acto de agresión, podía perfectamente darse el caso de que en el curso de diez años o menos desaparecieran los tres jefes de Gobierno y asumiese el poder una nueva generación que no hubiese conocido la guerra y se olvidase de las duras pruebas sufridas en común.
«Todos nosotros (declaró)deseamos garantizar la paz por cincuenta años cuando menos. el máximo peligro radica en que surja un conflicto entre nosotros, pues si permanecemos unidos la amenaza alemana no será muy temible. Por lo tanto, hemos de prever ahora los medios de garantizar nuestra unidad en el futuro y asegurar el mantenimiento de un frente unido por parte de las tres grandes potencias (y posiblemente China y Francia).
Es preciso elaborar un sistema para evitar conflictos entre las principales grandes potencias»
Tal como él la entendia, la propuesta norteamericana consistía en dividir todos los conflictos en dos categorías: 1º Los que exigían la aplicación de sanciones ya fuesen de carácter económico, político o militar y 2º Las que podrían ser resueltas por medios pacificos.
Los problemas de una y otra categoría serian discutidos libremente. Las sanciones solo podrían ser aplicadas si los miembros permanentes del Consejo se mostraban unánimes. Si uno de los miembros era a su vez parte en el conflicto, entonces podría participar tanto en las deliberaciones como en la votación. En cambio si surgia un conflicto que podía ser resuelto pacificamenteentonces los miembros que fuesen parte en el litigio no podrían votar.
Se acusaba a los rusos, siguió diciendo Stalin de insistir demasiado acerca del problema de la votación. Lo consideraban, en efecto, muy importante porque todo se decidiría mediante votaciones y les interesarían grandemente los resultados de las mismas.
Suponiendo por ejemplo que China, miembro permanente del Consejo de Seguridad, pidiera la devolución de Hong-Kong, o que Egipto pidiera la devolución del Canal de Suez, era de creer, añadió Stalinque dichos países no se nacontrarian solos y tendrían amigos y aun quizá protectores en la Asamblea y en el Consejo.
Yo repuse que, a mi entender, las facilidades de la Organización mundialno podrían ser utilizadas contra la Gran Bretaña si esta no se consideraba satisfecha y se negaba a dar su conformidad, Stalin pregunto si ello seria asi realmente a lo cual conteste que asi seria en efecto.
Mr, Eden exlico entonces que en tal caso China y Egipto podrían formular una reclamación pero que no seria posible adoptar ninguna decisión que implicase el uso de la fuerza sin la conformidad del Gobierno Britanico Mr. Stettinius señaló asimismo que ninguna sanción seria ejecutiva sin el acuerdo unánime de los miembros permanentes del Consejo de seguridad.
Podria recomendarse la adopción de medidas tendentes a concertar un arreglo pacifico. Por ejemplo, mediante el arbitraje.
«Posibles conflictos entre los grandes»
Stalin dijo que abrigaba el temor de que los conflictos a propósito de Hong-Kong y Suez fuesen susceptibles de romper la unidad de las tres grandes potencias yo repuse que compendia el peligropero la Organización mundial no impediría en modo alguno la prosecución normal de las relaciones diplomaticasestre los estados grandes o pequeños. La Organización mundial seria un cuerpo independiente y sus miembros continuarían discutiendo sus asuntos entre si. Seria inexacto plantear ante la Organización mundial problemas que pudiesen romper la unidad de las grandes potencias.
Mis colegas de Moscú -dijo Stalin- no pueden olvidar lo que ocurrio en diciembre de 1939, durante la guerra ruso-finlandesa cuando los ingleses y los franceses utilizaron a la Sociedad de Naciones contra nosotros y lograron aislar y expulasr a la Unión Sovietica de la Liga, y cuando mas tarde movilizaron contra nosotros; y hablaron de una cruzada contra Rusia. ¿No podemos tener alguna garantía de que no volverá a suceder una cosa parecida?
Mr. Eden señaló que la propuesta norteamericanalo haría imposible ¿Podemos cruzar con mas obstáculos? preguntó Stalin. Yo dije que no había hecho lo necesario para asegurar la unanimidad de las grandes potenciaas. Es la primera vez que oímos hablar de eso, contesto el.
Reconoci que existía el peligro de que se produjera un movimiento hostil contra una de lasa grandes potencias -la Gran Bretaña- por ejemplo, pero lo único que podía decir era que la diplomacia normal seguiría desempeñando su papel al mismo tiempo.
Yo no creía que el Presidente iniciase o apoyase un ataque contra la Gran Bretaña y estaba seguro de que se haría todo lo necesario para detenerlo. Tenia asimismo la seguridad de que el mariscal Stalin no atacaría-verbalmente desde luego-al Imperio Britanico sin ponerse antes en contacto con nosotros a fin de encontrar algún medio que nos permitiera llegara un arreglo amistoso. Estoy de acuerdo repuso Stalin.
Por mi parte Mr.Roosevelt, dijo que, desde luego habría diferencias entre las grandes potencias en el futuro. Todo el mundo las conocería y serian examinadas ante la Asamblea. Pero el hecho de discutirlas asimismo en el Consejo de Seguridad no provocaría desunión alguna. asntes al contrariopondria de relieve la confiaza mutua reinente entre todos nosotros y la posibilidad de resolver tales problemas.
La asignación de votos
Cuando nos reunimos de nuevo al dia siguiente, por la tarde Molotof aceptó el nuevo plan. Tan solo quedaba un punto por aclarar: ¿Serian las Republicas Sovieticas; miembros de la Organización mundial con derecho a voto en la Asamblea? esto había sido discutido en Dumbarton Oaks pero ahora iba a formular una petición diferente.
La delegación soviética se daría por satisfecha con que tres, o por lo menos dos de sus Republicas fuesen miembros fundadores, a saber: Ucrania, Rusia Blanca y Lituania.
Las tres eran importantes, todas ellas habían hecho grandes sacrificios durante la guerra; habían sido las primeras en soportar la invasión y habían sufrido grandes males. «Estamos plenamente de acuerdo, terminó, con la propuesta del Presidente acerca de la votación, y pedimos que tres, o cuando menos dos, de nuestras Republicas sean miembros fundadores de la Organización mundial» Esto fue para todos nosotros un gran alivio, y Mr Roosevelt se apresuró a felicitar a Molotof.
El punto siguiente, dijo el Presidente, se referia a la invitación que había que dirigir a las naciones para que se reuniesen. ¿Cuándo debería hacerse esto y a quienes habriamos de invitar? La U.R.S.S. poseía una población inmensa, organizada en Republicas separadas. El Imperio Britanico constaba de grandes grupos independientes situados a grandes distancias unos de otros. Los Estados Unidos constituían un bloque único, con un solo ministro de Asuntos Exteriores y sin colonias.
Luego había otros países, como Brasil, que tenían menos territorio que Rusia, pero mas que los Estados Unidos, y en el otro extremo de la escala había una serie de pequeños Estados. ¿Podiamos atenernos a la fórmula de un voto para cada nación o había que conceder a las grandes naciones mas de un voto en la Asamblea mundial? Propuso que todo esto pasase a estudio de los tres ministros de Asuntos Exteriores.
Yo, a mi vez, di las gracias a Stalin`por el gran paso que había dado al aceptar el plan del Presidente relativo al sistema de votación y dije que el acuerdo concertado al respecto constituiría un alivio y una satisfacción para todos los pueblos del mundo.
La sugestión formulada por Molotofera también muy interesante.El Presidente Roosevelt tenia mucha razón al decir que la posición de los estados Unidos diferia de la del Imperio britanicoen aquel asunto de la votación.
Nosotros teníamos cuatro Dominios con Gobierno autónomo que en los últimos veinticinco años habían desempeñado un notable papel en la Organización internacional de la paz que se había hundido en 1939. Al declarar el Reino Unido la guerra a Alemania en 1939, todos ellos se habían apresurado a empuñar las armas, a pesar de que sabina cuan grande era nuestra debilidad. Nosotros no teníamos medios para actuar asi. Lo habían hecho libremente, por propio impulso.
No podíamos, por lo tanto, aceptar un sistema que excluyera a aquellos Dominios de la posición que habían ocupado y justificado por espacio de un cuatro de siglo.
Por estas razones no podía menos que oir con profunda simpatía las propuestas del Gobierno soviético. Mi corazón se inclinaba hacia la poderosa Rusia, sangrando por sus heridas, pero aplastando a los tiranos en su camino.
Comprendia que una nación de 180 millones de habitantes iniciase con extrañeza las disposiciones constitucionales de la Commonwealth británica, que daban como resultado que tuviésemos mas de una voz en la Asamblea y, por consiguiente, celebraba que el presidente Roosevelt; hubiese dado una respuesta que no podía considerarse en modo alguno como una negativa a la proposición con Mr. Eden y quizás enviar una carta al Gabinete , por lo que me excusé de dar una respuesta definitiva aquel mismo dia. Acordamos, pues, transferir todo aquel asunto a nuestros ministros de Asuntos Exteriores.
Brindis ditirambos y buenos deseos
Al reunirnos de nuevo el 8 de febrero por la tarde acordamos admitir a dos de la Republicas sovieticas en las Naciones Unidas y celebrar la primera conferencia de la Organización mundial: el miércoles 25 de abril.
Aquella noche cenamos totos con Stalin en el palacio Yusupov. Los dicursos quedaron registrados. Yo dije entre otras cosas:
«No exagero ni expreso un mero cumplido al decir que considero la vida del mariscal Stalin como sumamente preciosa para las esperanzas y el afecto de todos nosotros. Ha habido muchos conquistadores en la historia, pero pocos de ellos han sido estadistas y la mayoría vieron marchitarse los frutos de su victoria causa de las disensiones que surgieron después de sus guerras.
Yo camino por este mundo con mayor coraje y confianza al hallarme unido por una relación de amistad y comprensión con este gran hombre cuya fama se ha extendido no solo por toda Rusia, sino por el mundo entero»
Stalin contesto en términos halagadores. He aquí sus palabras:
«Propongo un brindis por el aladid del Imperio británico, el mas intrépido de todos los primeros ministros del mundo, que une a su experiencia política las cualidades del jefe militar, aquel que cuando toda Europa estaba dispuesta a prosternarse ante Hilter, afirmó que la Gran Bretaña continuaría sola su lucha contra Alemania, con aliados o sin ellos. Aunque sus aliados existentes y futuros la abandonasen, dijo, seguiría batiéndose.
Bebo a la salud de uno de aquellos hombres que solo nacen una vez cada cien años, a la salud del que mantuvo enhiesto con bravura el pabellón de la Gran Bretaña. He dicho lo que siento, lo que llevo dentro del corazón y con plena conciencia de mis palabras »
Yo hice sonar entonces una nota mas grave:
«Debo decir que en ningún momento en el curso de esta guerra ni siquiera en las horas más sombrías he sentido pesar de modo tan agobiante la responsabilidad sobre mis hombros como en esta conferencia. Pero ahora por las razones que ha mencionado el mariscal. Nos hallamos en la cima de la montaña y ante nuestros ojos se extiende el panorama del campo abierto.
No desestimemos las dificultades. En el pasado, naciones que fueron camaradas de armas acabaron por separarse y marchar a la deriva en el término de cinco o diez años después de la guerra.
De este modo, millones de seres han seguido un circulo vicioso cayendo en una profunda simay luego gracias a sus sacrificios elevándose de nuevo. Ahora tenemos en nuestras manos la posibilidad de evitar los errores de las ganeraciones precedentes y establecer una paz duradera.
Mi confianza esta depositada en el ilustre presidente de los Estados Unidos y en el mariscal Stalinen quienes encontraremos a los campeones de la paz quienes después de aplastar al enemigoirán en vanguardia en la tarea de luchar contra la pobreza la confusión, el caos y la opresión. Asi lo espero, y, en nombre de Inglaterra, afirmo que no nos mostraremos remisos en nestros esfuerzos.
Propongo un brindis por el grande y luminoso sol de la paz victoriosa »
Stalin contestó. Nunca había sospechado que pudiese ser tan expansivo:
«Hablo como un viejo. Esta es la razón por la cual hablo tanto. Pero deseo beber por nuestra alianza por que no pierda su carácter de intimidad, de libre expresión de las ideas. No conozco en toda la historia de la diplomacia una alianza tan estrecha de tres grandes potencias como este, en que los aliados hayan tenido ocasión de expresar con tanta franqueza sus puntos de vista. Ya se que en algunos círculos se considerará esta observación como ingenua.
En una alianza los miembros de la misma no deben engañarse entre sí. ¿Es esto también una ingenuidad? Los diplomáticos experimentádos podrán decir: «¿Por qué no he de engañar a mi aliado?» Pero yo como hombre ingenuo, considero preferible no engañar a mi aliado, incluso suponiendo que este aliado sea un tonto.
Si nuestra alianza es tan sólida, ello quizá es debido precisamente al hecho de que no nos engañamos uno al otro. ¿O será porque no es tan fácil engañarnos mutuamente? Propongo un brindis por la solidez de la alianza de nuestras tres grandes potencias. Porque sea fuerte y duradera; porque sea siempre lo más franca posible.»
No se hacía ilusiones respecto a las dificultades que nos esperaban:
«Se ha producido un cambio en la historia de Europa, un cambio radical en estos últimos tiempos. Es conveniente que exista una alianza entre las grandes potencias durante una guerra. Esta no podría ser ganada sin aquélla. Pero una alianza contra un. enemigo común es algo perfectamente claro y comprensible.
Mucho más complicada es una alianza después de la guerra para garantizar una paz duradera y recoger los frutos de la victoria.
Propongo un brindis por la feliz puesta en práctica de los planes de Dumbárton Oaks y por que nuestra alianza, nacida en él campo de batalla, se vea reforzada y ampliada después de la guerra por que nuestros países respectivos no se dejen absorber por sus propios intereses, sino que recuerden que existe la causa común y que deben defender la causa de la unidad con tanto entusiasmo en la paz como durante la guerra.»
Hasta Molotoí estaba de un humor excelente.
«Evocación de un pasado cercano»
Mientras cenábamos en medio de aqueila atmósfera de cordialidad, Stalin empezó a hablar conmigo acerca del pasado. Algunas de sus observaciones fueron anotadas oportunamente. «La guerra con Finlandia — dijo — empezó del siguiente modo: La frontera finlandesa estaba a unos veinte kilómetros de Leningrado (muchas veces le llamaba «Petersburgo»).
Los rusos pidieron a los finlandeses que la retirasen unos treinta kilómetros, a cambio de ciertas concesiones territoriales en el Norte. Los finlandeses se negaron. «Poco después los finlandeses. dispararon contra unos guardias fronterizos rusos y los mataron. El destacamento de dichos guardias se quejó a las tropas del Ejército rojo, las cuales abrieron fuego contra los finlandeses.
Se pidieron instrucciones a Moscú. Estas contenían la orden de responder con las armas. De una cosa se pasó a otra y así empezaron las hostilidades. Los rusos no deseaban una guerra con Finlandia, Si los ingleses y los franceses hubiesen enviado a Moscú en 1939 una misión compuesta de hombres realmente dispuestos a concertar un acuerdo con Rusia, el Gobierno soviético no habría firmado el pacto con Ribentrop. . . • «Este dijo a los rusos en 1939 que los ingleses y los norteamericanos no eran más que unos comerciantes y no se batirían jamás «Si las tres grandes potencias permanecemos unidas, ningún otro país podrá hacernos daño alguno.»